Mary Barth |
“Yo soy una gran creyente en las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS por sus siglas en inglés) y me decepciona mi país por no haberlas adoptado todavía. Es el más rezagado”, señaló Barth, quién recordó que mientras que la mayoría de países, entre ellos los la Unión Europea y Rusia, ya obligan a las empresas a realizar su contabilidad de acuerdo con la normativa IFRS, en Estados Unidos aún se permite utilizar el estándar nacional US GAAP.
No obstante, Barth alabó los progresos a nivel mundial a este respecto. “Se ha avanzado mucho en los últimos 12 años de camino a que todos utilicen las mismas normas –afirmó- pero hay que mantenerse vigilante, ya que cualquier desviación puede acabar con la comparabilidad”.
La académica valoró muy positivamente estos avances, puesto que ayudan a lograr el objetivo de la comparabilidad de la información financiera, que es “ser útil para prestamistas, usuarios y futuros inversores, y acreedores, tanto actuales como potenciales” y les ayude a conocer el verdadero estado de una empresa, “influyendo en las decisiones de comprar, vender o conservar tanto activos como pasivos”. Así, Barth ennumeró algunas de las ventajas que la comparabilidad permite, entre ellas, “disminuye el riesgo de información en el coste del capital, que es el que los inversores tienen cuando no entienden todo perfectamente. También reduce el coste de elaborar info sobre los estados financieros de las empresas”.
“Para poder lograr una comparabilidad efectiva –señaló Barth- se requiere que todos empleen un mismo conjunto de normas”. No obstante, también afirmó que “esto por sí solo no es suficiente”, ya que se requiere también que se utilice un mismo marco de medición –los estados financieros de la empresa- y los mismos métodos –siendo los más usuales a la hora de medir, el de valor razonable y el de costes históricos modificados-.
No obstante, Barth alabó los progresos a nivel mundial a este respecto. “Se ha avanzado mucho en los últimos 12 años de camino a que todos utilicen las mismas normas –afirmó- pero hay que mantenerse vigilante, ya que cualquier desviación puede acabar con la comparabilidad”.
La académica valoró muy positivamente estos avances, puesto que ayudan a lograr el objetivo de la comparabilidad de la información financiera, que es “ser útil para prestamistas, usuarios y futuros inversores, y acreedores, tanto actuales como potenciales” y les ayude a conocer el verdadero estado de una empresa, “influyendo en las decisiones de comprar, vender o conservar tanto activos como pasivos”. Así, Barth ennumeró algunas de las ventajas que la comparabilidad permite, entre ellas, “disminuye el riesgo de información en el coste del capital, que es el que los inversores tienen cuando no entienden todo perfectamente. También reduce el coste de elaborar info sobre los estados financieros de las empresas”.
“Para poder lograr una comparabilidad efectiva –señaló Barth- se requiere que todos empleen un mismo conjunto de normas”. No obstante, también afirmó que “esto por sí solo no es suficiente”, ya que se requiere también que se utilice un mismo marco de medición –los estados financieros de la empresa- y los mismos métodos –siendo los más usuales a la hora de medir, el de valor razonable y el de costes históricos modificados-.
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