Cuando me enteré de la
noticia del Rey pensaba que era una broma, ya que fue por vía Twitter. Pero la
realidad supera, en ocasiones, a la ficción. Otra vez S. M. Don Juan Carlos I
envuelto en un lío de características nada sorpresivas para el conjunto de los
españoles, pues no es la primera vez, y me temo que la última. Al igual que la
hipocresía con que se está tratando el tema, como la salsa rosa, las
invenciones o la frivolidad con se habla de la noticia, sin darnos cuenta del
alcance de los hechos.
Son muchas las voces que
piden a la Casa Real un comunicado donde el Rey se disculpe por su conducta
impropia. Para empezar, antes de pedir perdón, cosa que exigimos todos pero
nadie lo hace, sería muy interesante saber que ha ocurrido. Saber dónde estaba
el monarca. Saber con quién estaba cuando ocurrieron los hechos. Saber el cómo
se rompió la cadera. Saber quién paga el viaje. Saber si el Gobierno estaba al
corriente de esta expedición. Saber la verdad. Y luego, si quiere dar alguna
explicación más o asumir responsabilidades a modo de perdón, bienvenido sea.
Mientras, me parece mundano estar mareando la perdiz en suposiciones y
exigencias.
Que la actitud del Rey
está mal por la situación actual que estamos viviendo es razonable, pero que
algunos políticos están haciendo leña del árbol caído porque no saben hacer
otra cosa, también. Como el PNV, que se avergüenza del monarca. Este partido,
cómplice de los asesinatos de ETA, que ha mantenido una postura canallesca ante
las víctimas, que escupían las malditas palabras de “algo habrán hecho” cuando
nos enterábamos de otro asesinato más, nos habla de vergüenza, cosa que ellos
no han tenido, ni tienen, ni tendrán jamás. O el socialista Tomás Gómez, que
pide al Rey que asuma sus responsabilidades o que abdique. Pero si este sujeto
ha llevado al PSOE madrileño al abismo por sus malos resultados electorales.
Pero si ha arruinado al ayuntamiento de Parla, donde él fue alcalde durante
nueve años. Ahora, viene a darnos lecciones, cuando ha fracasado y no es capaz
de asumir sus derrotas.
El Rey hace mal en
acudir a cacerías, tanto por su edad como por el estado de la nación española.
Pero no podemos elevar este caso a una categoría superior a la que pertenece.
Cuestionar la monarquía por este hecho es un suicidio. Restar el gran valor de
la Corona, el papel que ha jugado en estos años, desde la Transición hasta
nuestros días, sinceramente, es echar piedras en nuestro propio tejado. No
podemos, ni debemos, borrar de nuestra memoria colectiva la actitud general de
la Casa Real de nuestra historia reciente por una anécdota. Y menos, que un
sector de la política salga a poner dudas cuando son ellos los responsables de
nuestra situación crítica. No cometamos el error de criticar a los cazadores, y
luego, simultáneamente, hacer una cacería al Rey.
bueno... ha pedido disculpas y eso le honra como he puesto en Twitter...pero en mi opinión ha sido un buen patinazo
ResponderEliminar