El penúltimo error sindicalista

El año 2012 tendrá, según el calendario, 53 domingos. Con tal cantidad de días a su disposición, no deja de ser notable que los sindicatos hayan escogido precisamente el 11 de marzo para convocar a los trabajadores en protesta por la reforma laboral aprobada recientemente por el gobierno de Mariano Rajoy.

La huelga, contemplada en el artículo 28 de nuestra Carta Magna, es un derecho que queda fuera de toda discusión. No puede decirse lo mismo de la decisión de las centrales sindicales dirigidas por Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez de llamar a las calles a los trabajadores en una fecha tan significada para los corazones de los españoles.


Ocho años han pasado desde que los terroristas silenciaran para siempre las voces de 191 viajeros de los trenes de Atocha, Santa Eugenia, El Pozo del Tío Raimundo, y la calle Téllez. Pero en el octavo aniversario de tan infame suceso no resonarán en las calles de Madrid los ecos del recuerdo a las víctimas, sino las consignas de oposición de unos sindicatos que han callado interesadamente casi desde el mismo día en que explotaron las bombas.

Las organizaciones sindicales tienen pleno derecho a llamar a los trabajadores a manifestarse, pero hacerlo en un día tan señalado, y a sabiendas de que tales convocatorias pueden derivar en enfrentamiento, no encaja en la sesera de ninguna persona cabal. La próxima vez que los líderes sindicales se pregunten por qué han perdido el cariño de la calle, deberían pensar en errores del calibre del que se avecina. Errores que, a este paso, bien podrían ser los últimos.