Cuando las cosas van
bien, el dinero fluye como un gran manantial y la liquidez de las familias es
potente; las arcas de las administraciones públicas se llenan sin ninguna
dificultad. El problema surge cuando la economía va mal. Cuando la clase
política gasta y gasta, descuadrando las cuentas. Y más, si España está
estructurada de mala manera, o mejor dicho, de una forma difícil de soportar.
Sí, estoy hablando de
las autonomías. No es de recibo la duplicidad de los numerosos cargos. El número
desorbitado de coches oficiales, superando en cifra a Estados Unidos. La
cantidad de personas públicas que trabajan cobrando un buen sueldo. Parlamentos,
embajadas, tribunales, diputaciones… Y lo peor de todo es cuando las personas
que gobiernan atienden a sus fanáticas ideas, dando la espalda a los votantes,
para primar sus intereses idealistas o de partido. Un ejemplo lo vemos en
Cataluña, donde se ha recortado cuatrocientos millones en educación y otros
cuatrocientos millones en sanidad, es decir, ochocientos millones de euros en
unos servicios públicos esenciales para la ciudadanía. Sin embargo, no tienen
ni un reparo en jugar a ser una nación, manteniendo sus costosas embajadas o
derrochando más de tres millones en la realización de unas encuestas sobre la
independencia. Que pregunten a cada catalán cuando se levanta que le preocupa
más, si el paro o la identidad de Cataluña como país.
Todo esto viene cuando
ayer las comunidades autónomas pactaron con el gobierno un techo de déficit del
1,5%. Solo Griñán, el presidente de Andalucía, se negaba a dicho acuerdo. No
sabemos si esta respuesta tiene una intención electoralista o es que pretende seguir
tirando el dinero de todos los españoles en mantener un sistema corrupto que ha
implantado los socialistas en las tierras andaluzas. Los demás presidentes, más
o menos, están de acuerdo, aunque no va a ser fácil.
Lo que sí se debe
exigir es que las comunidades autónomas escojan el camino difícil, pero el
mejor para España. No puede ser que el gobierno central haya reducido en un 20%
los empleados y las autonomías hayan aumentado un 40%. Claro que tienen que
recortar, pero en duplicidades. Hoy Rajoy lo ha anunciado en un debate en el
Congreso gracias a la pregunta de Rosa Díez. No se puede mantener este sistema,
y menos con la que está cayendo. Por eso el PP, gobernando en la mayoría de las
comunidades, tiene la obligación de eliminar aquellos cargos inútiles, aquellos
gastos que sean irrelevantes. Y sobre todo, que cierren el grifo del derroche.
Lo que dices de que el Estado haya reducido su personal un 20% y las autonomías lo hayan aumentado un 40% es realmente preocupante... y luego hay quién llama bárbaro al que se cuestiona el Estado de las Autonomías... ¡madre mia, si es que es un despilfarro impresionante!
ResponderEliminarSeguro que si se eliminan las duplicidades España cumpliría con la previsión del déficit al final de año con la tasa que nos impone la UE
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