Seguramente, este
artículo pegue más en otra celebración, pero El Corte Inglés se ha quedado con
los derechos de autor, en parte, por esta sociedad tan sumamente consumista.
Hoy no creo que toque reprochar unas ideas frente a otras. Ya se ha discutido
bastante este reciente tiempo atrás sobre el vocabulario sexista. Ya se ha
polemizado demasiado entre los eruditos de la RAE y las pretensiones de un
sector de las feministas. Ya casi se ha pasado la barrera del insulto con el
tema del aborto, y más desde que Gallardón pronunciará unas polémicas palabras
ayer en el Congreso, “violencia estructural”.
Hoy no toca todo lo
dicho, sino homenajear a la mujer. Sinceramente, me parece una perogrullada
hablar del sexo femenino y añadirle trabajo. Ya en sí la mujer conlleva citada
palabra. No conozco, ni creo que lo haga, una señora que no sea trabajadora. Desde
que vas a la escuela ya puedes darte cuenta quien es más aplicado, si los chicos
o las chicas. Y no hablemos de los apuntes cogidos en la universidad, pasados a
limpio, bien colocados, con distintos colores, ilustraciones… Sin embargo,
todavía, en pleno siglo XXI, hay desigualdades de género. Y no hace falta irse
muy lejos para observar como, por el mismo trabajo, en ocasiones el hombre
cobra hasta un 20% que la mujer. Por eso, en estas fechas toca reivindicar
estos desajustes, más importantes que algunos aspectos superficiales que las
propias feministas les da una categoría superior de la que merecen.
Sin embargo, hoy,
quiero dirigirme a esa mujer trabajadora silenciosa. A esa mujer que se levanta
todas las mañanas y no para ni un solo minuto hasta que se mete en la cama. A
esa mujer que no duerme tranquila porque las cuentas a finales de mes no le
salen. A esa mujer que soporta todo el
peso de la casa, siendo el verdadero cimiento de la familia. A esa mujer
que calla el dolor cuando el trascurso de la vida de algún ser querido se
tuerce. A esa mujer que absorbe todo lo malo para disimular y no hacer sufrir a
las personas que le rodean. A esa mujer que no hace falta llamarla cuando se la
necesita porque nunca se ha despegado de nosotros A esa mujer que pone y
dispone todo, con el único objetivo de facilitar el día a día de los demás. A
esa mujer que está pendiente, sin poderlo remediarlo, pero con la mejor de las
intenciones. A esa mujer coraje que no le tiembla el pulso en defender a sus
hijos hasta las últimas consecuencias. A
esa mujer que oculta sus temores, demostrando la cara más fuerte para cobijar a
su familia de las debilidades del ser humano. A esa mujer que se pasa la noche
en vela cuando somos adolescentes y salimos fuera de casa. A esa mujer que no
se despega de nuestro lado cuando nos encontramos enfermos. En definitiva, este
minúsculo homenaje plasmado en letras va a esa mujer que cada uno de nosotros
la llamamos, madre.
El otro día saltó la discusión sobre el lenguaje en mi clase y cayeron chuzos de punta... Sinceramente, a mi me parece una gilipollez: los verdaderos problemas no es que no sea correcto decir "miembra" sino que la mujer cobre menos en el mismo puesto de trabajo, y que sea discriminada..
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