2012-05-21

El éxtasis musical



Foto: Diego Larrouy
Pasaban apenas unos minutos de las 10 de la noche cuando Coldplay se plantó en el escenario con el acompañamiento de la banda sonora de Regreso al Futuro. A partir de ahí se dio comienzo a casi dos horas de música ante los mas de 50000 espectadores que abarrotaron el madrileño Vicente Calderón.

El comienzo apoteósico de Hurts like Heaven hacía presagiar lo que allí iba a suceder. Una buena muestra de espectacular escenografía acompañada por detalles que dejaban con la boca abierta a los presentes, como las pulseras que se iluminaban en la oscuridad del estadio.

Pero si por algo se caracteriza la banda británica es por no ofrecer espectáculos llenos de forma pero sin ningún contenido. Chris Martin y los suyos lo dan todo en el escenario y no dejan a ninguno indiferente, ni siquiera a los que no eran grandes seguidores de la banda.

Durante aproximadamente una hora y tres cuartos se fueron sucediendo los temas de su último albúm, Mylo Xyloto , intercalados con algunos de sus grandes himnos de los discos anteriores. Consiguieron unir en un concierto los acústicos de temas como Us Against the World o Up in Flames, con espectaculares interpretaciones acompañadas con el público de temas como su archiconocido, Viva la Vida, muy coreado con su pegadizo "uohhhh".

Con un descanso al llegar a la hora de concierto, la banda reapareció en un pequeño escenario, situado justo en la otra punta del estadio sin que nadie apreciase nada. Allí tocaron otro de sus himnos, Speed of Sound junto con otros dos temas, antes de volver al escenario para su apoteósico final.
Fotografía de Diego Larrouy

No faltó ninguno de sus himnos, Yellow, Fix You, el emotivo The Scientist, Clocks, Trouble... El público disfrutó de lo lindo, se emocionó y gritó a base de bien haciendo los coros a un Chris Martin que tuvo buenos guiños hacia el público español.

Llegó el temido final, el que nadie deseaba, todo el mundo parecía haber olvidado que el día siguiente era lunes. Pero no fue un final cualquiera, tras haber interpretado Clocks de manera inolvidable, llegó su tradicional canción de cierre, Every Teadrop is a Waterfall acompañado con un despliegue de luces y fuegos artificiales que dejaron al público con un gran sabor de boca.

En conclusión, un espectáculo que mereció la pena presenciar a pesar de los altos precios que, una vez dentro, nadie recordó. Ni si quiera la lluvia del comienzo consiguió empañar una gran noche.

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