2012-05-16

Ciudadano Kane, cine y periodismo con mayúsculas




No es habitual que crítica y público coincidan a la hora de valorar una película, y mucho menos en calificarla como “una de las mejores de la Historia, sino la mejor”. No obstante, así es considerada por unos y por otros Ciudadano Kane[1], la cinta dirigida, escrita, producida y protagonizada por el estadounidense Orson Welles, que consiguió nada menos que nueve nominaciones a los Oscar y una estatuilla: mejor guion original[2].

Tanto Kane como Hearst trataron de
dar el salto a la política
Introducción 

Welles, que entonces apenas había cumplido los 26 pero ya había revolucionado a toda Norteamérica con su retransmisión radiofónica de “La Guerra de los Mundos", logró filmar una película que marcó un hito en la historia del cine. En el plano técnico, Welles empleó todos los recursos existentes hasta ese entonces de manera extraordinaria: uso de la profundidad de campo (seguramente influido por el realismo poético de franceses como Jean Renoir), fotografías en claroscuro y juegos de iluminación (herencia del expresionismo alemán de principios del siglo) escenografías techadas (nada común para la época) y notable uso de los movimientos de cámara y uso de grúas, como dollys y travellings[3]. Destacan además varias escenas con una gran carga emotiva y cinematográfica, como la superposición de periódicos de distintos lugares del mundo que llevan en portada la noticia de la muerte de Kane, mostrándose así la enorme importancia a nivel mundial del personaje; la escena de la muerte de Kane, soltando la bola de cristal, que estalla en mil pedazos mientras el magnate pronuncia la enigmática palabra “Rosebud”, tras lo cual una enfermera entra en su habitación y le tapa completamente con una manta, mostrándose sin decir una palabra que Kane indudablemente ha fallecido; la representación del deterioro de la relación entre Kane y su primera esposa, a través de una serie de desayunos encadenados, etc. Además, respecto a los aspectos formales, hay que destacar la cronología invertida de la película, atípica para la época[4]: Welles comienza la narración desde el final, y va desarrollando la biografía de Kane a partir del momento de su muerte.

Sinopsis

El todopoderoso empresario y magnate de la prensa[5] Charles Foster Kane (interpretado por Orson Welles) muere solo en su gigantesca mansión, pronunciando una misteriosa palabra: “Rosebud”. Con la intención de averiguar qué significa, un periodista comienza una investigación en cuyo transcurso interrogará a las personas que vivieron y trabajaron con Kane. Cada persona narra distintos recuerdos, que ayudan a modelar la compleja imagen del fallecido millonario pero que no aportan luz alguna sobre la misteriosa palabra. Sólo el espectador conocerá finalmente su origen y significado: “Rosebud” es el nombre del viejo trineo que Kane utilizaba de niño, simbolizando el anhelo del magnate por su infancia perdida así como la añoranza de las cosas perdidas que, pese a todo su inmenso poder y riqueza, Kane es incapaz de alcanzar.

Los paralelismos entre el ficticio Kane y el magnate de la prensa e inventor del amarillismo William Randolph Hearst son evidentes: ambos tienen una inmensa fortuna, controlan numerosos medios de comunicación y buscan por encima de todo la venta de periódicos y su promoción personal, aunque para ello tengan que inventar noticias o make news, que decía Hearst. Así, en una escena de la película, Kane afirma que “él se encargará de proporcionar guerra en Cuba”, algo que por cierto hizo Hearst en la vida real, al conseguir que la opinión pública norteamericana creyera que los españoles habían sido los causantes de un accidente a bordo del crucero americano Maine, que voló en pedazos en el puerto de La Habana, dando inicio al conflicto armado. Además, ambos dan excesiva importancia en sus periódicos a noticias de carácter sensacionalista –asesinatos, homicidios, desapariciones… y utilizan elementos formales sensacionalistas –“¡Un titular grande- afirma Kane- convierte la noticia en sensacional! Pero por si todo esto no fuera suficiente para relacionarles a ambos, no falta quién afirma que la misteriosa palabra “Rosebud”, el nombre del trineo de Kane, es en realidad el apelativo que Hearst utilizaba para referirse a las partes íntimas de su amante, Marion Davies[6].

En lo referente al personaje, Charles Foster Kane, podría decirse que era un hombre que lo tenía todo y no lo tenía nada: dueño de un poderoso imperio, murió prácticamente solo. Ninguno de sus conocidos en vida pudo definir que era Rosebud, su última palabra, su epitafio, lo más importante para él, el símbolo de su infancia perdida: su viejo trineo de cuando era un niño. Esta muerte solitaria es chocante para un hombre que, como su reflejo de carne y hueso, William Randolph Hearst, quería convertirse en el hombre más conocido y poderoso del mundo. 

Nadie llegó a conocer realmente a Kane...
¿y a Hearst?
La soledad final de Kane pone de manifiesto su fracaso en el mencionado propósito de convertirse en el ser más poderoso del planeta. Por el camino, Kane –es decir, Hearst- revolucionó el mundo de la prensa: desarrolló el sensacionalismo formal: grandes titulares, fotografías…; sentenció que la redacción del periódico debía estar abierta las 24 horas, “ya que las noticias pueden llegar en cualquier momento”; fichó a los periodistas más famosos de su tiempo para dar renombre a su periódico y consiguió que una cabecera arruinada, The New York Inquirer se convirtiera en uno de los diarios más leídos de Nueva York, al igual que su homólogo real, Hearst, hizo con el San Francisco Examiner. No obstante, para lograr esto Kane hizo uso y abuso de la máxima de Hearts: make news. Así, vemos como el magnate ficticio se jacta ante el señor Tatcher, su ex tutor, de que él “proporcionará guerra [en Cuba]”. Poco después, con gran descaro, le espeta al mismo Tatcher que considera a la Public Transit Company “una pandilla de piratas”, por lo que su periódico debe luchar contra ella, aun cuando él mismo tiene 82.000 acciones de la compañía, lo cual nos permite ver la faceta hipócrita del personaje. Volviendo al make news, la película está trufada de ejemplos de cómo Kane desarrolla dicha técnica como, por ejemplo, cuando, tras comprar The Inquirer, le ordena al estupefacto H. Carter, redactor jefe, que “envíe a nuestro mejor reporter a interrogar al marido de la desaparecida señora Silverston –pese a que Carter consideraba que dicho suceso no era una noticia, sino un rumor- y decirle que si no aparece inmediatamente su esposa, haremos que la policía le detenga. Que el reporter se presente como un detective de la oficina central”. Ello no impide que, poco después, Kane redacte su código ético, donde afirma que “no permitiré que intereses de ninguna clase alteren la verdad de los hechos”. Este código se lo echará en cara años más tarde su amigo, Leeland, considerando que no lo ha cumplido.

En suma, puede decirse que Ciudadano Kane es una magnífica biografía de William Randolph Hearst, un personaje fundamental en la historia de la prensa. De no haber existido Hearst, hoy el periodismo sería algo muy distinto, y de no haber existido Kane, hoy el mundo del cine sería completamente diferente.


[1]Colaboradores de Wikipedia, "Citizen Kane" Wikipedia, La enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Citizen_Kane (consultado el 02 de mayo de 2012).

[2] LaCritica.ionosfera.com, “Ciudadano Kane”, http://lacritica.ionosfera.com/2007/08/19/ciudadano-keane/ (consultado el 02 de mayo de 2012)

[3] Colaboradores de Wikipedia, "Citizen Kane," Wikipedia, La enciclopedia libre, http://es.wikipedia.org/wiki/Citizen_Kane (consultado el 02 de mayo de 2012).

[4] Ruiz, Raúl, “Ciudadano Kane”, Actualcine.com: los clásicos de siempre, películas para la eternidad, http://usuarios.multimania.es/actualcine/weboscar/clasicos/ciudadanokane/ciudadanokane.html (consultado el 03 de mayo de 2012).

[5] En la película se apoda a Kane “Kubla Khan de América”, en referencia al último emperador de Mongolia.

[6] Vidal, Gore. “Remembering Orson Welles”, The New York Review of Books, http://www.nybooks.com/articles/archives/1989/jun/01/remembering-orson-welles/ (consultado el 02 de mayo de 2012) y Ross, Benjamin “RKO 281, la batalla por Ciudadano Kane”, telefilm que narra como Welles compuso y dirigió Ciudadano Kane

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