2012-02-23

La propaganda de la #PrimaveraValenciana



En épocas de exámenes, siempre hay una pregunta que sobrevuelan las cabezas cuando te encuentras postrado en tu escritorio ante docenas de folios desparramados sin orden ni sentido. ¿Para qué sirve todo esto? Pues bien, yo he encontrado un sentido a una asignatura, impartida por uno de los mejores profesores que he tenido en los cinco años que llevo de carrera, el Doctor Pablo Sapag en “Historia de la Propaganda”. La materia dada por este intelectual, y no es hacerle la pelota, pues ya he aprobado, me ha servido para escribir este artículo y entender un poco mejor cómo funciona el mundo.

Desde el lunes, se están sucediendo una serie de acontecimientos lamentables, pero esperados y no nuevos. Primero ha sido Valencia, pero, dada a la buena comunicación, o mejor dicho, propaganda de la izquierda, junto con las redes sociales, las protestas de la ciudad del Turia se han propagado de una manera espectacular. Con que escriba #PrimaveraValenciana todo el mundo sabe a qué me refiero. Pues bien, cogiendo teoría de la asignatura citada en el párrafo anterior, los socialistas, unidos con los distintos grupos de la izquierda de este país, como son los antisistema o sindicatos, han cumplido a la perfección los diez principios elementales de la propaganda de guerra, en este caso de manifestación y cargas policiales.

Un grupo de exaltados arrinconan a un policía el pasado lunes en Valencia.
Nosotros no queremos la guerra. Es decir, los manifestantes del lunes en Valencia no querían protagonizar altercados. Era la policía que, abusando de su poder, han provocado todo los destrozos, aunque, la mayoría de los heridos contabilizados son miembros del cuerpo de seguridad del estado. Vamos, el victimismo de toda la vida que tan bien funciona

El adversario es el único responsable de la guerra. Este mensaje repetitivo termina calando hasta en los huesos. Se manifiestan niños con sus papas hasta que los malos, los cuerpos de seguridad del estado, sacan sus porras a pasear pegando violentamente a los asistentes pacifistas.

El enemigo tiene el rostro del demonio. Los nacionales, con sus uniformes, cascos y porras, son la misma piel de Satanás. Así es mucho más fácil transmitir el mensaje, personalizando, en este caso, en la policía.

Enmascarar los fines reales de la guerra. La manifestación del lunes en Valencia era política, para desgastar al PP. Parece ser que el pretexto ha sido la falta de calefacción en el instituto valenciano Lluís Vives, centro donde estudian hijos de políticos valencianos, pero, como publican varios diarios, incluso el cabecilla de estas manifestaciones, personaje de veinte y tres años y sin haber terminado un curos de formación profesional,  no sabe con seguridad si es verdad o mentira. Es mejor transformar la realidad, utilizando la moral, y que mejor lema que luchar por una educación pública buena frente a los derroches de los malos de la derecha.

El enemigo provoca atrocidades a propósito. Si se ve alguna imagen donde un manifestante este provocando alguna situación violenta, se ha visto obligado por la barbarie de la policía. Pero, si nos fijamos en los hechos, el lunes resultaron diecisiete personas heridas, de las cuales once eran policías. Ninguna tuvo que visitar el hospital. Pero, gracias a cumplir muy bien este principio, el enemigo, es decir, la policía, son los que golpean, como se ha podido ver en los vídeos manipulados que circulan por internet.

Un cartel propagandístico comparando a la policía con otros tiempos peores. 

El enemigo utiliza armas no autorizadas. En las guerras de verdad, es muy utilizado este argumento. Por ejemplo, las armas de destrucción masiva en la “Guerra de Irak”. En el caso que estamos viendo no se ha señalado a la policía de algo semejante, pero se ha intentado simular una especie de teatro, donde los manifestantes portaban libros frente al cordón de la policía. Toda una farsa, una estrategia propagandística, pues dichos libros, donde se pretendía demostrar sus maneras pacifistas e intelectuales frente a los golpes y porrazos de los policías, se vendían en las puertas de los institutos a un euro.

Nosotros sufrimos muy pocas pérdidas. Este principio se puede aplicar a la inversa, es decir, el número de personas que han salido a las calles a manifestarse. La guerra de cifras en estos casos es un hecho tradicional, donde los organizadores inflan los números, sea la concentración que sea.

Los artistas e intelectuales apoyan nuestra causa. En España, esto es sinónimo de pancarta portada por giliprogres de salón y visa oro. No han sido muchos los titiriteros chupópteros que se han pronunciado, pero no tardarán en llamar fascistas de la caverna al gobierno y amparar a los pobres estudiantes valencianos maltratados por el poder.

Nuestra causa tiene un carácter sagrado, la educación pública. Para ello, buscar un buen eslogan, pegadizo, actual, guay, la súper #PrimaveraValenciana. Pero, casualidades de la vida, dos días antes de la manifestación, el partido de izquierda nacionalista de la Comunidad Valenciana, Compromís, en internet habían registrado un dominio con este mismo nombre.

Los que ponen en duda esta propaganda son traidores. Los medios de izquierdas no han tardado ni medio segundo en acusar al partido que gobierna, tanto en Valencia como en España, de responsables directos de las cargas policiales. Y a toda persona que se atreve a cuestionar si todo lo vivido desde el lunes no es tan bárbaro como lo pintan, se le tilda de traidor, o lo que es peor, derechista o votante del PP. Es decir, traidor por objetar de esta causa.


Estudiantes en el campus universitario de Zaragoza protestando por las "cargas policiales".

Son diez principios pero perfectamente podríamos decir que son las diez mentiras de la izquierda para sacar tajada electoralista. Y más, sabiendo que las elecciones andaluzas están a la vuelta de la esquina, con muchos indecisos, y como el PSOE no puede hacer política en el Congreso o de forma más ortodoxa, sale a su hábitat, a la calle, con el clima que más le gusta, la agitación, intentando impedir otra derrota histórica, en este caso, en tierras andaluzas. Lo peor de todo, es que funciona, y Rajoy todavía no se ha aprendido la lección, donde la izquierda, en la comunicación y la propaganda, supera a la derecha en creces. Esperemos que esta propaganda de la mal llamada #PrimaveraValenciana haga reflexionar al gobierno para la próxima vez, porque la habrá. 

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