La calle es mía

Enrique Ruano (21 años), Pedro María Martínez Ocio (27), Francisco Aznar Clemente (17), Romualdo Barroso Chaparro (19), José Castillo (32), Bienvenido Pereda (30).

Este primer párrafo no involuntario, ni aleatorio. Ayer, murió don Manuel Fraga Iribarne, fundador del partido Popular, expresidente de la Xunta y senador por Galicia. Y también, antiguo miembro de la FET y de las JONS, y ministro franquista. Sí, esto también lo fue, aunque se comente solo de tapado y para el cuello de la camisa.

Los seis nombres puestos en el primer párrafo, son nombres relacionados con su legado en ese puesto de ministro. Tenemos que ser coherentes y tener memoria, y no por estar muerto, merece un mejor trato. Si bien es cierto, que no me alegro de su muerte. La muerte de cualquier ser humano no es motivo de alegría para nadie, o no debería de serlo.

El primero de los nombres, Enrique Ruano, estudiante de Derecho y miembro del Frente de Liberación Popular, grupo de lucha contra la represión franquista, era detenido a comienzos del año 1969 en mitad de un clima de tensión y revueltas estudiantiles contra el régimen dictatorial bajo el que nos encontrábamos.

Durante su detención, y bajo vigilancia de la Brigada Político Social (la Gestapo española) el muchacho se precipitó por una ventana. Si, esta fue la versión policial. Muy poco creída en el mundo universitario e intelectual de la época. Para venderla mejor, se decidió crear una campaña de desprestigio hacia el chaval y siendo Fraga Ministro de Información (el Goebbles español) filtró el diario del "peligroso terrorista" al ABC para que fuese manipulado, dejándole como un joven desequilibrado.

La labor de Fraga en este suceso no quedó ahí. En conversación telefónica con Manuel Ruano, padre de la víctima, y ante las insistentes protestas del hombre, Fraga le amenazó diciendo "le recuerdo que usted también tiene una hija", Margot, quien también militaba en grupos antifranquistas.

Se le dice impulsor del aperturismo en el Franquismo. Sobre todo con su Ley de Prensa de 1966, que daba unos principios de libertad de expresión, controlada, a los medios de comunicación. Durante los 4 años previos a esta ley, ya se habían deshecho de los medios... problemáticos.

Pero el Franquismo acabó, por suerte, y llegó la transición. Corría el año 1976, muerto Franco, Fraga ocupaba el puesto de Ministro de la Gobernación. Un grupo de sindicalistas vitorianos, tras una jornada de huelga general y protestas contra la situación laboral, se refugian en una parroquia del barrio vitoriano de Zaramaga.

Los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado decidieron, solo SU dios sabe por qué, lanzar botes de gases lacrimógenes al interior, un recinto cerrado. Ante estos gases, algunos tapados como pudieron con pañuelos, salieron corriendo. Fuera, les esperaba la policía. Unos afortunados, los que decidieron huir hacia los laterales solo recibieron brutales palizas por parte de los agentes. Otros, pobres de ellos, huyeron hacia el frente, donde policías armados decidieron disparar. Fallecieron 5 personas, los otros 5 nombres del primer párrafo. Solo pondré una frase de lo que las radios de la policía grabaron:

«Charlie a J-1. Al parecer en la iglesia de San Francisco es donde más gente hay. ¿Qué hacemos? ­Si hay gente ¡a por ellos! ­¡Vamos a por ellos!»

Para tratarse de un gobierno claramente católico, antepusieron la persecución a unos manifestantes a hacer caso al concordato con su queridísima Santa Sede.


Al final, todo esto no son más que unos ejemplos, hay más, no he querido tampoco ahondar en las palabras del tipo "ese caballerete" en referencia a un sentenciado a pena de muerte que el anunció en rueda de prensa.

Me he extendido más de la cuenta, pero es que no podía, no podía aguantar que en todos los medios, hasta en medios de supuesta izquierda se le encumbrase como un gran creador de democracia en este país.

¡Por una memoria histórica real!