Y se hizo la luz. Alabados sean todos los que, de la noche a la mañana, han recobrado el sentido común, la ética y la sensatez. De pronto, muchos se han dado cuenta de que el emperador iba desnudo, pese a que la plebe y los aduladores de alcoba (más peligrosos éstos que los primeros, pues aún conociendo la verdad, la mantuvieron cautiva con exasperante servilismo) le hicieron creer durante demasiado tiempo que sus ropajes eran merecedores de las más enriquecidas alabanzas. Nada más lejos de la realidad. Tempus fugit.
De pronto Mou se ha convertido en el espíritu del tío Camuñas que vaga sin consuelo por el cementerio del Bernabéu en espera de una reconfortante recompensa (inmerecida) en forma de título que libere su alma del sufrimiento eterno, en el supuesto de que aún le importe el destino del equipo al que aún dirige.
Viene esto a colación tras la rueda de prensa en la que Gerard Piqué le echaba en cara a la prensa no haber criticado a Mourinho a su debido tiempo, cuando las ofensas físicas y verbales (éstas últimas suelen hacer más daño al que las recibe) proliferaban como setas. Recordaba Piqué que el técnico luso se fue de rositas tras meterle el dedo en el ojo a un compañero de profesión, al que antes ofendió diciendo no conocerle o llamándole Pito en lugar de Tito Vilanova. Ahora, ese al que no conocía aventaja a su equipo en nada menos que 18 puntos en liga acabada la primera vuelta. Todo ello mientras lucha por superar un cáncer. No hubo sanción para el técnico portugués por una agresión física. Tampoco la hubo cuando dudó de la honorabilidad y profesionalidad del Sporting de Gijón, cuando menospreció al Mono Burgos, a Pellegrini y al Málaga...
Pero ha sido esta temporada en la que los resultados no acompañan, cuando ha echado pulsos a Ozil, Sergio Ramos e Iker Casillas y ha mantenido cautivo a un periodista durante media hora junto a sus secuaces intentando que éste le revelara sus fuentes. Lo último que haría cualquier profesional de la información ¿Le revelaba Mou sus planes a Guardiola antes de los Clásicos? Un caciquismo que todos creíamos supera en pleno siglo XXI. Nos equivocábamos. Especialmente sangrantes son los castigos de los dos capitanes blancos. Al de Camas le enseñó que no le gustó que el sevillano dijera "cuando perdemos, perdemos todos" tras la derrota en Sevilla en la que, una vez más, como Poncio Pilatos, el luso se lavó las manos.
Mientras que a Iker Casillas, posiblemente el último símbolo del club ejemplar y señorial que fue un día el club blanco, lo sentó porque "se había acomodado y Adán estaba en mejor forma física". El bueno de Antonio saltó a la Rosaleda y le marcaron 3 goles en 3 disparos. No fue su culpa. Apenas ha "hecho portería", pero debía obedecer. Así, como contra el Celta en la ida y ante la Real Sociedad donde duró 6 minutos, hasta que lo expulsaron. En los dos últimos casos Iker tuvo que volver a aflojar la soga de su verdugo. Ante los gallegos salvó incluso tres goles cantados que habrían dado con el Madrid eliminado de la Copa del Rey y con el Special One aumentando la ya desproporcionada lista del INEM.
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De pronto Mou se ha convertido en el espíritu del tío Camuñas que vaga sin consuelo por el cementerio del Bernabéu en espera de una reconfortante recompensa (inmerecida) en forma de título que libere su alma del sufrimiento eterno, en el supuesto de que aún le importe el destino del equipo al que aún dirige.
Mourinho durante una entrevista |
Pero ha sido esta temporada en la que los resultados no acompañan, cuando ha echado pulsos a Ozil, Sergio Ramos e Iker Casillas y ha mantenido cautivo a un periodista durante media hora junto a sus secuaces intentando que éste le revelara sus fuentes. Lo último que haría cualquier profesional de la información ¿Le revelaba Mou sus planes a Guardiola antes de los Clásicos? Un caciquismo que todos creíamos supera en pleno siglo XXI. Nos equivocábamos. Especialmente sangrantes son los castigos de los dos capitanes blancos. Al de Camas le enseñó que no le gustó que el sevillano dijera "cuando perdemos, perdemos todos" tras la derrota en Sevilla en la que, una vez más, como Poncio Pilatos, el luso se lavó las manos.
Mourinho durante un encuentro |
Ahora, con las encuestas y el público del Bernabéu 50-50, siendo generosos para el portugués, algunos opinólogos se suben al carro de los que siempre hemos defendido que no vale todo para ganar. No vale menospreciar, agredir ni realizar un fútbol rácano para ganar. Se puede ganar una liga al contragolpe pero la flauta no suena muchas veces. Debe haber una preparación previa, una idea de fútbol alegre y no dejarlo todo a la inspiración de tus puntas, pues, si estos fallan, el Emperador se queda desnudo, pues no hay un juego que les respalde. Esto es España y aquí no vale ganar de cualquier manera. Ahora muchos se dan cuenta. Más vale tarde que nunca.