2012-01-09

El maravilloso mago de Oz




Algunos, al ver el título, pensar que estamos ante una obra fantástica contada para infantes. Otros, pasarán de la novela y les vendrá a la mente a Judy Garland cantando “Over the Rainbow”, considerada como una de las mejores canciones de la historia del cine. Pero son muchos los que obvian este libro, sus mensajes ocultos y enseñanzas profundas más allá de las propias aventuras que viven los protagonistas.


La mayoría se sabe la historia del libro de Lyman Frank Baum. Dorotea, la protagonista, le sorprende una tromba de aire dentro de la casa de sus tíos en Kansas junto con su perro Toto. Viendo el peligro que corre, se mete dentro de la cama a esperar a que pase el peligro, y con el miedo en el cuerpo se duerme. Cuando se da cuenta de que el viento ya no sopla, sale de la casa y percibe que el paisaje ha cambiado. Ya no se encuentra en Kansas, si no en la tierra de Oz. El viento había transportado la casa a otro lugar. Ahora se sitúa rodeado de personas con un tamaño reducido, los mascones, y el aterrizaje de la casa había matado a la malvada bruja del Este. La tierra de Oz se componía de cuatro brujas, dos malas, las del oeste y este, y dos buenas, que son las del norte y sur. Dorotea es felicitada por liberar a los mascones (enanos) de su terrible bruja y pide volver a su casa con sus tíos. Para ello la bruja del norte, que fue avisada de lo que había sucedido y se encontraba ya en el lugar, indica a la niña que debe seguir el camino de los adoquines dorados que le conduce hasta la ciudad Esmeraldas, en el centro del país, donde reside el Mago de Oz, un hombre bueno y poderoso que podrá facilitar que Dorotea vuelva a Kansas. En su viaje Dorotea se encuentra con un espantapájaros, que le acompaña hacía el mago porque quiere tener cerebro. Luego se encuentran con un leñador de hojalata que también se une al grupo para obtener un corazón. Por último, se incorpora un león cobarde que quiere ser valiente, púes dicho animal debe de ser el rey de la jungla. Cuando por fin llegan a la ciudad, se deben de colocar unas gafas para que el color verde que inunda todos los lugares no les dañe a los ojos. Ven al Mago de Oz y no les promete nada hasta que no maten a la mala bruja del oeste. Matan a la bruja y vuelven a la ciudad. Cuando el mago se muestra recitente a sus pedidos, Toto, el perrito, descubre que tal mago es un anciano farsante. Entonces se dan cuenta de muchas cosas, como tal ciudad no es verde, sino las gafas que se les obligan a poner a la entrada de la urbe. Con habladurías, da al espantapájaros, al leñador de hojalata y al león lo que piden por haber superado las peripecias del viaje, pero a Dorotea no le concede el viaje. Al final, la niña puede llegar a su casa porque llevaba puestos unos zapatos mágicos regalados por la bruja del norte cuando al principio de llegar al nuevo país había matado a la bruja del este.


Toda esta historia está llena de aventuras y demás elementos fantásticos como monos voladores, ratas que hablan o enanos (mascones). Son numerosos estudiosos y críticos literarios los que han analizado esta obra y no han encontrado nada más que la trama infantil, pero creo que sí que podemos sacar algo más que un simple viaje lleno de peripecias.


Para empezar, Lyman Frank Baum rompe con el cuento tradicional de brujas, duendes y magos. Ya no son todas malas, con nariz puntiaguda y llena de verrugas. Los duendes son personas de aspecto normal pero de tamaño reducido. Y por primera vez los magos no pueden con todo, sino que algunos se basan en la palabra para hacerse pasar por magos.


Esto último es lo que más me ha hecho de pensar. ¿Son los respetados Magos de nuestras Ciudades de Esmeralda auténtico magos o sólo amable charlatanes de feria que nos cubren los ojos con cristales de colores para hacernos creer que la vida es más agradable de lo que realmente es? Esta pregunta la podíamos hacer a los políticos, o a los medios de comunicación afines al poder por temas económicos, o a los líderes religiosos, que solo se basan en la habladuría y en la propaganda para colocarnos nuestras gafas particulares de turno e impedirnos ver la realidad. Al igual que ocurre con el espantapájaros, el leñador de hojalata y el león. Si los mezclamos a los tres conformamos una persona sin cerebro, corazón y lleno de cobardía. ¿No nos estaremos convirtiendo en personas vacías de pensamientos y sentimientos y sin una pizca de valentía para afrentarnos a la actualidad, solo por sobrevivir con lo poco que tenemos en estos momentos de crisis?


Son solo pensamientos y conjeturas, pero que al leer “El Mago de Oz” se me han venido a la cabeza mientras devoraba las páginas entre fantasía y aventuras. Seguro que la mayoría que haya leído el libro no se ha parado a pensar en nada de estos temas, solo se ha dejado llevar por la imaginación, pero creo que el autor quería ir más allá de un espantapájaros parlanchín o un falso mago de una simple novela infantil, sino una crítica satírica envuelta en una trama adolescente para avisarnos de lo que estamos viviendo en estos momentos.



Portada ilustrada por W. W. Denslow


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